Muchas veces no prestamos el cuidado que merece algo tan trivial (aparentemente) como la tipografía que utilizamos para diseñar nuestra página web. Se suele pensar de manera errónea que un mensaje brillante es suficiente para llegar al usuario/visitante. Nada más alejado de la realidad: Una presentación pobre de la información puede dar al traste con nuestro objetivo. Analicemos algunos de los errores más frecuentes:
- Escribir largos textos en mayúsculas. Los textos escritos en mayúsculas restan legibilidad a nuestro discurso.

- Interlineados y tamaños de fuentes excesivamente pequeños. Es fundamental dejar que el texto «respire». Agolpar líneas impide la fluida lectura de lo que queremos expresar.


- Abuso de textos centrados. Los textos centrados no tienen una estructura natural y por tanto, no son agradables para la lectura.

- Abuso de tipos de fuentes. Recargan la apariencia y generan cansancio visual.

- Fuentes demasiado creativas. El mensaje ha de tener un aspecto sencillo. La idea es que llegue el cuerpo del mensaje, no su apariencia.

En definitiva, en la sencillez y la claridad está la clave para escoger una buena tipografía. El texto de nuestra web ha de invitar a su lectura.
Y por favor, cuidemos la ortografía en la medida de lo posible.